Un reciente video compartido en la red social X (antes Twitter) ha puesto a Perplexity AI en el centro de una inesperada controversia sobre la ética en el uso de la inteligencia artificial. Lo que comenzó como una simple demostración técnica terminó desatando un debate global sobre los límites del aprendizaje automatizado y la responsabilidad humana frente a la tecnología.
El protagonista de la historia fue un desarrollador web que publicó un breve clip mostrando cómo Comet, el navegador impulsado por Perplexity AI, completaba de forma autónoma un curso en línea de Coursera. Lo irónico es que el curso llevaba por título “AI Ethics, Responsibility and Creativity” (Ética, responsabilidad y creatividad en la IA).
En el video, Comet se observa seleccionando respuestas, resolviendo cuestionarios y finalizando las tareas sin intervención humana, mientras el usuario presumía: “Acabo de completar mi curso de Coursera”, etiquetando a Aravind Srinivas, CEO de Perplexity AI, y a las cuentas oficiales de la empresa.
La publicación se viralizó rápidamente, acumulando más de 300.000 visualizaciones y generando una oleada de comentarios. Muchos usuarios expresaron su asombro —y preocupación— por la facilidad con la que la IA podía sustituir al estudiante en una plataforma educativa.
La respuesta de Aravind Srinivas: “Absolutamente no hagan esto”
El propio Aravind Srinivas no tardó en notar el video y respondió con una frase tan corta como contundente:
“Absolutely don’t do this.” (Absolutamente no hagan esto.)
Esa breve advertencia bastó para marcar el tono de la conversación. En cuestión de horas, el tema trascendió el caso puntual y se convirtió en una reflexión colectiva sobre los límites éticos del uso de la inteligencia artificial.
Algunos usuarios criticaron duramente al creador del video, mientras otros ironizaron sobre el asunto. “Gracias por crear el monstruo de Frankenstein. Lo quiero en mi laptop con Linux, ¿cuándo estará disponible?”, escribió uno. Otro señaló: “Las empresas van a preferir candidatos que usen estas herramientas para inflar su currículum antes que talentos con integridad.”
Otros comentarios fueron más ligeros pero igual de críticos: “Si mi empresa supiera de esto, jamás permitiría Comet,” bromeó un usuario. Otro añadió con sarcasmo: “El propósito mismo de la educación se pierde aquí. Por favor, entreguen el certificado a Comet.”
Un debate más grande que un curso online
El incidente se transformó rápidamente en un símbolo de un dilema mayor: ¿hasta qué punto es correcto dejar que una IA realice tareas diseñadas para el aprendizaje humano? Para algunos, se trata de un simple experimento técnico; para otros, de un claro ejemplo de cómo la automatización amenaza con vaciar de sentido la educación y la formación ética.
La discusión también resalta la creciente dependencia de las herramientas de IA en ámbitos profesionales y académicos. Lo que antes era una ayuda puntual ahora puede convertirse en sustituto directo del esfuerzo humano.
Aravind Srinivas: el joven detrás de Perplexity AI
En medio de la polémica, la figura de Aravind Srinivas sigue destacando como una de las más influyentes del panorama tecnológico indio. Con apenas 31 años, el cofundador de Perplexity AI fue reconocido recientemente como el multimillonario más joven de la India, según la Hurun India Rich List 2025, que estimó su fortuna en ₹21.190 crore.
Graduado del IIT Madras y con un doctorado en ciencias de la computación, Srinivas trabajó en OpenAI, Google y DeepMind antes de fundar su propia compañía junto a Denis Yarats, Johnny Ho y Andy Konwinski. Hoy, Perplexity AI compite directamente con gigantes como Google y OpenAI en el desarrollo de modelos avanzados de búsqueda y razonamiento.
Su trayectoria representa el auge de una nueva generación de innovadores indios que están reconfigurando la industria global de la inteligencia artificial. Sin embargo, como demuestra este reciente episodio, incluso los avances más brillantes plantean desafíos éticos que no pueden ser ignorados.
En definitiva, el caso de Comet y Coursera no solo expone una curiosa paradoja —una IA completando un curso sobre ética en IA—, sino que invita a una reflexión urgente: ¿cómo garantizar que la inteligencia artificial potencie el conocimiento humano sin reemplazarlo?